Recordando a D. Ernesto Sánchez Villares en el vigésimo aniversario de su fallecimiento

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H. González García, J.M. Marugán de Miguelsanz, M.J. Martínez Sopena, F.J. Álvarez Guisasola

Bol. Pediatr. 2015; 55 (234): 266 - 268

Para las generaciones de pediatras que tenemos en común el sentimiento de pertenecer a “la Escuela” que concibió D. Ernesto, nos gusta recordarle en la faceta de Maestro. Y es que la cualidad de Maestro no es un título que se obtenga por oposición, tampoco un reconocimiento oficial por una trayectoria profesional. Como otras cualidades intangibles, no es fácil definir; sin embargo, es muy fácil reconocer a un Maestro, basta con oír hablar de él a sus discípulos. Decía Gregorio Marañón: “...el maestro solo puede ser elegido entre aquellos que tengan probada con un largo sacrificio de dedicación al saber y al enseñar, la vocación de maestro. Los que tuvimos la suerte de estar al lado de maestros, que nos mostraron con su palabra y su ejemplo las normas del espíritu universitario, a medida que el tiempo pasa, echamos de ver en el callado pero perenne fructificar de la buena semilla todo lo que les debemos”. La entrega de D. Ernesto a sus discípulos mostrando su ejemplo, sembrando, para ver fructificar la semilla fue, sin duda, una de las características que le hicieron destacar con luz propia de la élite intelectual.

Remembering Mr. Ernesto Sánchez Villares in twentieth anniversary of his death

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